jueves, 10 de septiembre de 2015

La tristeza de un éxodo de refugiados y la complicidad de un






La tristeza de un éxodo de refugiados y la complicidad de un mundo silente

Autor: Peter Pantoja Santiago
(Municipio Autónomo de Juncos, Puerto Rico)


Es escritor francés Honoré de Balzac (1799-1850), dijo una gran verdad:

“La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho.”

Estas últimas semanas se ha acrecentado en éxodo de millones de refugiados, quizás estos nombre que a continuación les reseñaré, les haga un eco en la memoria;

 “Balcanes, Siria, Afghanistan, Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría, Alemania, Turquía, Suecia, Israel, Eidomeni, Estados Unidos, España, Unión Europea, Keleti, Budapest, Viena, Austria, Finlandia, Mediterráneo, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Bruselas...”

Son solo algunos de esos países en guerra o países donde se están acogiendo a dichos refugiados.

No hay derecho, no hay razón, es indignante que un ser humano tenga que huir de su hogar, de su país, alejarse de sus familias, arriesgarse o simplemente perder su vida, solo por culpa del maldito fanatismo político o religioso de unos pocos sub normales que no tienen sentido común.

Estas últimas semanas mi corazón ha llorado amargamente sin control, tengo una pesadez indescriptible en mi alma, un sinsabor existencial, es una impotencia brutal que no cesa, que se acrecienta, porque simplemente no acabo de comprender como la "mayoría" de las personas en el mundo no se imponen ante el dolor, desasosiego, dictaduras, imposición, estereotipos, racimos, abusos, en fin, como el silencio detona la granada, empuja el dedo en el gatillo, la indiferencia aporta al cuchillo que cercena la garganta, el no hacer nada invita al ambicioso, al ladrón, al violador y maltratador a tu mesa, es triste, es indignante, es agobiante, simplemente es emocionalmente destructivo.

Es tanto el sentimiento, que mientras escribo estas letras, mis ojos no cesan de llorar, observar las noticias en la televisión o leerlas en los periódicos o el internet, me hace sensible.

Un niño que muere ahogado con su madre y hermano, un adolescente que solo quiere jugar al fútbol soccer y tiene que usar sus zapatillas deportivas, no para jugar, sino para cruzar desiertos, para mendigar un pan y una botella de agua, un padre que busca proteger a su cría y una racista reportera le mete el pie en el camino para que caiga arriesgando la vida de esa cría el derecho de su padre a buscarle un mundo mejor, políticos europeos que ahora al acercársele el proceso eleccionario en sus respectivos países, buscan jugar al Vaticano o a la "santidad", solo para limpiar , lavar o tapar sus culpas, porque antes de ese éxodo, nunca les importó las crisis de sus vecinos países.

Muchas veces me he preguntado si en realidad yo pertenezco a este mundo, si soy parte de él, pues me fastidia la indiferencia, tanto odio, tanta maldad, tanta falsedad e hipocresía.

Me aturde los cristianos silentes, los que callan y se hacen de la vista larga, me aturde los políticos mediocres que solo ven una "oportunidad" a causa del dolor ajeno, me aturde el ciudadano de a pie que como no es su país, no le presta la atención, me aturde el silencio.

El filósofo griego Aristoteles dijo;

El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.”

Cuando la humanidad comprenda que TODO ser humano es igual, esas palabras cobrarán mas fuerza.

Un poeta religioso inglés, llamado George Herbert dijo; “En todas las tierras el sol sale al amanecer”

Y no comprendo aún como irónicamente "religiosos" o "políticos" del mundo desean cambiar esa realidad, pensando que el sol solo sale para unos pocos y no se percatan que quienes lo opacan son sus repugnantes hechos, que hacen que una madre con su recién nacido, tenga que cruzar un desierto o un mar para que su niño tenga una oportunidad de vida, les de las bombas, balas, violaciones, secuestros entre tantas aberraciones que se cometen en sus países.

Expresiones de un vil, cobarde y nefasto candidato republicano de Estados Unidos, que alienta el discrimen, el racismo, la desigualdad social, aportando a la mentalidad de miles de nauseabundos políticos que son los que hacen que tantas personas a diario emigren en busca de una calidad de vida mejor.

La tristeza de un éxodo de refugiados y la complicidad de un mundo silente nace y se hace a diario, cada ves que apagamos el televisor, la radio, el internet cuando se presentan oportunidades de hacer la diferencia, de ser solidario, de pensar positivamente por esas vidas que huyen, de ser compasivos, de simplemente pensar aun en la distancia con igualdad, no apoyando barreras, muros, aquello que crea la división, aquello que trae la desigualdad ciudadana mundial.

“Una voz que calla cuando debería estar abierta, grita en su silencio la complicidad de quien no desea que el mundo hable”

Si no eres capaz de pensar con igualdad, de ver con tus ojos ese cielo cubridor y techo de Sirios, Ucranianos, Afganos, Turcos, Europeos o Estado Unidenses entre tantos, estas malgastando tus días.

Es necesario sanar el alma, alimentar positivamente el espíritu, aliviar el ser interior, despojarnos de los fanatismos decadentes, religiosos o políticos, raciales, sociales, de todo aquello que lleve a que una vida salga corriendo para proteger su vida.

Un niño, adolescente, joven, adulto, anciano, merece la oportunidad de vivir dignamente, no en barracas o casas de campaña a la intemperie, carentes de alimentos, agua, aseo, merecen que les reconozca el sol que sale para todos, el techo de nuestro hábitat llamado cielo, merece jugar con juguetes reales y no con residuos de bombas o balas, merece ver decoradas las paredes de su hogar con colores alegres y no con los huecos de granadas, merece comer, crecer, descansar, estudiar, merece sonreír y no llorar porque tiene hambre, frío o miedo, merece nuestra genuina compasión, nuestra igualdad, nuestras manos, merece menos "políticos y religiosos" mediocres y cobardes, merece nuestra valentía de no obviarle, simplemente merece saber que habemos quienes deseamos hacer la diferencia.





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